
El 08 de agosto de 1938, cinco meses después de la anexión de Austria por el Reich Alemán, prisioneros del campo de concentración de Dachau fueron enviados al pueblo de Mauthausen, cerca de Linz, para empezar la construcción de un nuevo campo.
Mauthausen sirvió en un principio como un campo de prisioneros para criminales comunes, prostitutas y otros «Criminales Incorregibles». El 8 de mayo de 1939 se convirtió en un campo de trabajo para el encarcelamiento de prisioneros políticos.
Al principio había un solo campo en Mauthausen, pero con el tiempo se expandió hasta convertirse en uno de los complejos de campos de concentración más grandes de la zona nazi de Europa.
El granito extraído de las canteras había sido utilizado para pavimentar Viena, pero las autoridades nazis planearon una completa reconstrucción de las principales ciudades de Alemania, de acuerdo con los planes de Albert Speer y otros arquitectos de la arquitectura nazi, para la que precisaban grandes cantidades de granito.
En agosto de 1940 llegaron al campo de concentración, en vagones de carga, la primera tanda de españoles de los 7300 inscritos en el campo hasta 1945.
Estos españoles procedían de la Francia ocupada:
El primer convoy que llegó este mes procedía del Stalag VII A (Moosburg) y llegó el 6 de agosto con 392 prisioneros españoles.
El segundo convoy en llegar lo hizo el 9 de agosto procedente del Stalag I B (Hohenstein) con 168 prisioneros españoles.
El tercer convoy llegó el 13 de agosto procedente del Stalag IX A (Ziegenhain) con 91 presos españoles.
El cuarto convoy en llegar este mes, llegó con 430 prisioneros el 24 de agosto procedente del Frontstalag 184, concretamente del campo de Les Alliers (Angulema) y pertenecían a la expedición conocida como Convoy de los 927.
El quinto y último convoy del mes de agosto fue el que llegó el día 30 procedente del Stalag II B (Hammerstein) con 22 prisioneros.
Mauthausen pronto comenzó a ser conocido entre los deportados como «El campo de los españoles».
Aunque los primeros barracones se remontan a 1938, fueron albañiles españoles quienes construyeron Mauthausen. De ahí que un superviviente francés haya llegado a afirmar que «cada piedra de Mauthausen representa la vida de un español».
El recuerdo más vivo en la memoria de los supervivientes de otros países, sobre todo de los franceses, al hablar del Campo de Mauthausen, es la fe española en la derrota del nazismo, incluso en los peores momentos de la guerra. Quizá porque los republicanos españoles llevaban luchando contra la Alemania nazi y sus socios desde el inicio de la guerra civil española, en 1936. «Una victoria más», explicó en una ocasión un superviviente francés, era la frase que pronunciaban los presos españoles cada vez que llegaban al último de los 186 peldaños de la escalera de la cantera.
Convencidos de la victoria aliada, los republicanos decidieron conservar pruebas de la barbarie, para el posterior juicio a los verdugos. Así, por ejemplo, Francisco Boix, fotógrafo del campo, hizo copia de todas las fotos que pasaron por sus manos y logró esconderlas hasta el final de la guerra.
Gracias a ellas, Boix pudo probar durante los juicios de Núremberg la presencia de los jerarcas Albert Speer y Ernst Kaltenbrunner en Mauthausen y demoler así su alegato de que desconocían los campos de exterminio.
En enero de 1945, los campos, dirigidos desde la oficina central en Mauthausen, contenían 85 000 prisioneros.
Cuando el Ejército estadounidense entró en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945, banderas republicanas habían sustituido a las banderas nazis y la puerta del campo estaba cubierta por una gran pancarta en la que se podía leer: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras».
Se desconoce el número de víctimas, aunque la mayoría de las fuentes las cifran entre 122.766 y 320.000 en todo el complejo.
En esta entrada voy a intercalar mis fotografías con otras históricas para su mejor comprensión.



























Quiero agradecer especialmente a mi amigo Héctor sus innumerables atenciones y por acompañarme en este reportaje.

Y después de esta vorágine de emociones, el Danubio nos brindó este atardecer para apaciguar todo lo vivido:

Fuentes: Folleto explicativo del Memorial y wikipedia.
El equipo utilizado fue el siguiente:
Cámara: Nikon Df
Objetivos: Nikkor 20-35 f2.8 AF-D y Nikkor 24-70 f2.8 AF-S.